El Siervo de Dios Manuel Costa de los Ríos, más conocido como “el Negro Manuel”, es una figura muy querida y venerada en Argentina. Su devoción y entrega a la Virgen de Luján lo convirtieron en el primer servidor de la patrona del país. Y ahora, su camino hacia la santidad ha dado un paso más con el inicio de la fase romana de su proceso de canonización.
Manuel Costa de los Ríos nació en 1780 en la ciudad de Buenos Aires, en una época en la que la esclavitud era una realidad en Argentina. A pesar de su difícil situación, Manuel siempre mantuvo una fe inquebrantable en Dios y en la Virgen María. Fue bautizado en la iglesia de San Ignacio de Loyola, donde también recibió su primera comunión y confirmación.
Desde muy joven, Manuel se destacó por su humildad, su caridad y su amor por los más necesitados. A pesar de ser esclavo, siempre buscó la forma de sufragar a los demás y de servir a Dios. Su devoción a la Virgen de Luján era evidente, y solía visitar su santuario en la ciudad de Luján, a pesar de la larga distancia que debía recorrer.
Pero fue en 1801 cuando su vida dio un giro inesperado. Manuel fue libertado de la esclavitud por su amo, quien reconoció su bondad y su dedicación a Dios. A partir de ese momento, Manuel se dedicó por completo a servir a la Virgen de Luján, convirtiéndose en su primer servidor en Argentina.
Durante más de 30 años, Manuel vivió en el santuario de Luján, dedicado a ordenar y mantener el lugar sagrado. Su amor y devoción a la Virgen eran tan profundos que incluso se dice que realizó milagros en su nombre. Muchos peregrinos acudían a él en busca de ayuda y consuelo, y él siempre los recibía con amor y bondad.
Pero su verdadero milagro fue su vida misma. A pesar de haber sufrido la esclavitud y la discriminación, Manuel nunca perdió su fe ni su amor por Dios. Su ejemplo de humildad, caridad y servicio a los demás es una inspiración para todos, y su devoción a la Virgen María es un testimonio de su profunda fe.
En 1833, Manuel falleció en el santuario de Luján, rodeado de la Virgen y de aquellos que lo amaban. Su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación, y su fama de santidad se extendió por todo el país. En 1857, su cuerpo fue trasladado a la Basílica de Luján, donde descansa hasta el día de hoy.
Pero su legado no se detuvo allí. A lo largo de los años, muchas personas han sido testigos de su intercesión y han recibido favores y milagros a través de su intercesión. Y ahora, su camino hacia la santidad ha dado un paso más con el inicio de la fase romana de su proceso de canonización.
La fase romana es una etapa crucial en el proceso de canonización de un santo. En esta fase, se recopila toda la información sobre la vida y las virtudes del Siervo de Dios, y se presenta ante la Congregación para las Causas de los Santos en Roma. Si la Congregación aprueba la causa, el Siervo de Dios recibe el título de Venerable.
Este es un momento de gran alegría y esperanza para todos aquellos que aman y veneran al Siervo de Dios Manuel Costa de los Ríos. Su ejemplo de santidad y su devoción a la Virgen de Luján son un recordatorio de que todos podemos alcanzar la santidad, independientemente de nuestras circunstancias.
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