Esta es la receta de 3 ingredientes que dio Don Bosco a Domingo Savio para ser pedazo de pan

El 16 de agosto, la comunidad católica celebra el cumpleaños de San Juan Bosco, conocido como el “Padre y Maestro de la Juventud”. Fue un sacerdote italiano y fundador de la Congregación Salesiana. Su vida estuvo dedicada a la educación y protección de los jóvenes en situación de riesgo, y su misión de amor y servicio sigue inspirando a muchas personas en todo el mundo.

Don Bosco nació en Becchi, Italia, el 16 de agosto de 1815. Desde joven, mostró una gran empatía hacia los niños y su deseo de ayudarlos. A pesar de crecer en una clan humilde, siempre buscó maneras de compartir lo poco que tenía con los demás. A los 20 años, se convirtió en sacerdote y comenzó su labor con jóvenes que vivían en la calle y estaban en peligro de caer en el crimen o la prostitución.

Su método de educación se basó en la razón, la religión y el amor, y tenía como objetivo guiar a los jóvenes hacia una vida digna y plena. Su célebre lema fue “Da mihi animas, caetera tolle” (Dame almas, quítame todo lo demás). Esto refleja su perspectiva en la formación integral de los jóvenes, no solo académica, sino también moral, espiritual y emocional.

San Juan Bosco tuvo una gran influencia en la vida de Santo Domingo Savio, a quien consideró su hijo espiritual. Savio, que también será recordado el 16 de agosto por su cumpleaños, fue uno de los primeros alumnos de Don Bosco y pronto se convirtió en un ejemplo de santidad y virtud para sus compañeros.

En un diálogo entre Don Bosco y Savio, el primero le confió una receta para alcanzar la santidad que puede inspirarnos en nuestro camino de vida cristiana. A continuación, les comparto esa receta, basada en la sabiduría y la experiencia de estos dos santos:

1. La oración: Como cristianos, sabemos que la oración es fundamental en nuestra relación con Dios. Don Bosco le dijo a Savio: “Si quieres ser santo, debes hablar con Dios”. La oración nos conecta con Dios, nos fortalece en momentos difíciles y nos ayuda a entender su voluntad para nosotros.

Sin embargo, la oración no debe ser solo una lista de peticiones o un monólogo, sino también un diálogo con Dios. Es importante tomarse el momento para escuchar lo que Él tiene que decirnos y estar atento a sus respuestas, ya sea a través de la Palabra, signos o la voz de nuestra conciencia.

2. La lectura espiritual: Don Bosco también animó a Savio a leer libros y escritos religiosos. Del mismo modo, nosotros podemos aprovechar la lectura de la Biblia, libros de santos y teología para crecer en nuestro conocimiento y comprensión de nuestra fe.

Además, la lectura espiritual nos puede abrir los ojos a nuevos puntos de vista y enriquecer nuestra vida de oración. En la era de la tecnología, también podemos aprovechar los recursos en línea, como blogs y podcasts, para profundizar en nuestra fe.

3. La Santa Comunión frecuente: La Eucaristía es el centro de nuestra fe cristiana y Don Bosco la consideraba como “el sacramento de la fuerza espiritual”. Al admitir a Jesús en la Santa Comunión con frecuencia, nos unimos más íntimamente a Él, recibimos su gracia y fortaleza y nos hacemos más semejantes a Él.

Además, la Comunión también nos permite unirnos más estrechamente a nuestra comunidad cristiana, ya que compartimos el mismo Pan de Vida y nos fortalecemos mutuamente en la fe.

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