En un mundo cada vez más tecnológico, es inevitable que la inteligencia artificial se convierta en una parte importante de nuestras vidas. Sin embargo, lo que alguna vez fue una alarmante película futurista, como Her, se está volviendo una realidad en la vida de muchas personas. El CEO de OpenAI, Sam Altman, confirmó durante su intervención en la conferencia AI Ascent organizada por Sequoia Capital que muchos jóvenes ya no toman decisiones importantes sin antes consultar con ChatGPT, una inteligencia artificial conversacional. Aunque puede parecer algo interesante o curioso, esto plantea serios interrogantes sobre la dependencia emocional y cognitiva hacia sistemas que no tienen conciencia ni empatía real.
Según Altman, los usuarios más jóvenes utilizan ChatGPT como un asistente integral para su vida personal. Confían en él para resolver conflictos, gestionar emociones y hasta decidir el rumbo de sus relaciones. Esto se debe a que el chatbot tiene el contexto completo de cada persona en la vida del usuario y todo lo que han verbal. Sin embargo, esta dependencia emocional hacia una inteligencia artificial puede ser peligrosa.
Por otro lado, los usuarios de más de 30 años tienden a utilizar la IA como un buscador alternativo a Google. Aunque esto también conlleva riesgos debido a los errores que todavía comete el modelo, el nivel de dependencia emocional es claramente menor. Esto se debe a que estas personas ya tienen una identidad emocional y social formada y no dependen tanto de una inteligencia artificial para manejar sus relaciones personales.
Es importante recordar que, aunque un chatbot pueda recordar lo que le has dicho o generar respuestas emocionalmente convincentes, en el fondo no deja de ser un modelo matemático. No tiene memoria experiencial ni emociones genuinas. No sabe lo que es una ruptura, un duelo o un conflicto laboral, y mucho menos cómo manejar estas situaciones de forma humana. Por lo tanto, su función no debe ser reemplazar las relaciones humanas reales, sino complementarlas.
El peligro radica en las generaciones más jóvenes, que aún están formando su identidad emocional y social. Son especialmente vulnerables a este tipo de tecnología, ya que pueden ser fácilmente influenciados por una inteligencia artificial que parece ser su amigo. Si un chatbot comienza a parecerse más a un amigo real que los compañeros de clase, es fácil que un adolescente prefiera pasar horas conversando con una IA en lugar de construir relaciones humanas reales. Esto puede llevar a una desconexión emocional y a una distorsión de la comprensión de la empatía, los límites y la convivencia.
El CEO de OpenAI considera este uso de los chatbots como algo “guay”, lo que aumenta la alarma sobre cómo se está fomentando una desconexión emocional bajo la apariencia de una asistencia inteligente. Es necesario tener en cuenta que, aunque la tecnología avance a pasos agigantados, no debe reemplazar las relaciones humanas y la empatía real que solo los seres humanos pueden proporcionar.
En resumen, el uso de inteligencia artificial en nuestras vidas puede ser beneficioso en muchos aspectos, pero no debemos permitir que reemplace las relaciones humanas. Es importante tener una identidad emocional firme y no depender en redundancia de una IA para manejar nuestras relaciones personales. La tecnología debe ser vista como una aparejo que nos ayuda a mejorar nuestra vida, pero nunca debe convertirse en nuestro único medio de interacción social.