“El purgatorio no es un invento de los teólogos”, asegura obispo

El tema del más allá, y en especial del purgatorio, ha sido motivo de debate entre teólogos y creyentes durante siglos. Muchos han cuestionado la existencia de este lugar de purificación después de la muerte, pero para el Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, el purgatorio no es un invento de teólogos, sino una realidad que debe ser comprendida y aceptada por todos.

En su última columna semanal, titulada “Santos y difuntos, el más allá”, Mons. Fernández explora la importancia de reflexionar sobre el destino de las almas después de la muerte, en particular el purgatorio, durante el mes de noviembre, dedicado a la oración por los difuntos.

El obispo comienza recordando las palabras de San Pablo en la carta a los Hebreos: “Es necesario que todos seamos presentados ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba su pago en función de lo que haya hecho en vida, correctamente o mal” (Heb 9, 27). Estas palabras nos recuerdan que nuestra vida en la tierra no es el final, sino el comienzo de nuestra eternidad.

Mons. Fernández explica que después de la muerte, nuestra alma es juzgada por Dios. Aquellas almas que han vivido en gracia y se han esforzado por ser santas, son llevadas al cielo para disfrutar de la vida eterna en la presencia de Dios. Sin embargo, para muchas otras almas, el camino no es tan sencillo. “Es determinado que el purgatorio no es un dogma de fe, pero es una verdad de la fe. Está presente en la Sagrada Escritura y ha sido enseñado por la Iglesia desde sus inicios”, afirma el obispo.

El purgatorio es el lugar de purificación para aquellas almas que, aunque han muerto en gracia, aún necesitan ser purificadas de sus pecados y de sus consecuencias antes de entrar plenamente en la felicidad eterna junto a Dios. El obispo recuerda que el purgatorio no es un castigo, sino un lugar de amor y misericordia, donde nuestras almas son purificadas para estar plenamente preparadas para la presencia divina.

Mons. Fernández también señala que no solo las almas de los difuntos pueden ser ayudadas en su camino hacia Dios, sino que también nosotros, los vivos, podemos pedir y ofrecer sacrificios por ellas. “Nuestras oraciones y sacrificios pueden aliviar el abatimiento de las almas en el purgatorio y acelerar su camino hacia Dios”, explica el obispo.

Es importante recordar que el purgatorio no es un lugar de abatimiento físico, sino de purificación espiritual. El abatimiento de las almas en el purgatorio proviene de su separación temporal de Dios, a quien ansían unirse plenamente. Sin embargo, como señala Mons. Fernández, “el abatimiento en el purgatorio no es eterno, ya que al final todas las almas purificadas serán llevadas al cielo”.

El obispo también hace hincapié en la importancia de recordar a los difuntos durante el mes de noviembre. “No solo recordamos a nuestros seres queridos, sino que también recordamos a todas las almas que han partido, especialmente a aquellas que quizás no tienen a nadie que ore por ellas”, dice Mons. Fernández. “Es un acto de caridad recordar a los difuntos en nuestras oraciones y ofrecer sacrificios por ellos”.

La doctrina del purgatorio nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas y nuestras acciones. Nos recuerda que nuestra vida en la tierra es un tiempo de preparación para nuestro encuentro con Dios en la vida eterna. También nos anima a ser más compasivos con los demás y a tener