¿Podría darme detalles actualizados sobre el más reciente emprendimiento de Corcho Rodríguez en Yellow Rose?

En su finca en Punta del Este, el empresario construyó una bodega con rigurosos estándares de producción.

Cuando Jorge Corcho Rodríguez adquirió Yellow Rose en 1998, una hermosa finca en el corazón de La Barra en Punta del Este, captó la atención de todas las revistas. No solo por su entorno encantador, sino también por la historia de amor que la acompañaba: las rosas amarillas habían conquistado el corazón de la principal diva de nuestra televisión, Susana Giménez, con quien el empresario mantenía una relación bastante mediática en ese momento.

Con el paso del tiempo y tras la separación de Susana, Jorge Corcho Rodríguez se dedicó a darle un nuevo significado a ese lugar y a ese nombre: Yellow Rose ya no está oculta a los curiosos. Cualquiera que tome el Camino del Cerro Eguzquiza, la ruta mejor mantenida para llegar a San Carlos, puede ver el gran cartel sobre el portón de madera. Ya no es solo un homenaje a Susana, sino una de las fincas más hermosas del Este que en los últimos años ha buscado abrir sus puertas: inauguró un club de polo y una bodega.

Para mostrar su apoyo al polo uruguayo y celebrar su debut como empresario vitivinícola, Corcho organizó un gran asado en Yellow Rose el fin de semana, pero a la gran mayoría de los invitados no se les informó sobre la presencia de un vino de la casa en la mesa. El vino circulaba entre los cientos de invitados sin etiqueta, lo que despertó curiosidad, especialmente entre los experimentados catadores de licores que descubrieron un nuevo sabor. “Así recibí comentarios muy auténticos. A Adolfo Cambiaso padre y a Eduardo Costantini les encantó y ya me preguntan dónde comprarlo”, reveló Jorge Corcho Rodríguez a LA NACION.

Junto con Verónica Lozano, fueron los anfitriones de una noche de lujo pensada para el disfrute: el cielo estrellado, el asado cocinándose a pocos metros, el ambiente familiar, la buena música; una verdadera reunión de amigos. Por allí pasaron Federico Alvarez Castillo y Lara Bernasconi, Luciana Salazar, Pampita Ardohain, Julieta Kemble, Vanesa Kreth, Teresa Calandra, entre otros allegados a la pareja.

Tener un viñedo en casa representa mucho más que simplemente complacer el paladar para Jorge Corcho Rodríguez. Él está profundamente interesado en la producción y está completamente inmerso en el trabajo necesario para obtener un producto de calidad. Durante una conversación con LA NACION, mencionó que han estado trabajando en la producción de vino durante los últimos siete años. “Primero, realizamos una prueba de suelo con Caterina Viña, la enóloga. Vimos que podíamos plantar tres variedades: tannat, merlot o pinot noir. Personalmente, prefiero el pinot noir porque es suave y tiene mucho cuerpo. Nos propusimos un modelo de trabajo similar al del vino Romanée Conti”, afirmó, y la mención de uno de los vinos más caros del mundo no le intimida. “Sí, establecimos un estándar muy alto, pero lo aceptamos porque queremos seguir esa forma de trabajo”. Sin embargo, los resultados respaldan esa aspiración: la primera producción, en 2011, fue de mil botellas porque solo cosecharon las uvas que estaban en perfectas condiciones, lo que implica desechar casi un 70% de las frutas. “Es anticomercial en principio, pero ganamos en calidad a mediano y largo plazo”. En 2012 y 2013, no hubo producción de vino debido a que las uvas no estaban en condiciones. Ahora, apuntan a producir 5000 botellas.

Las plantas fueron traídas de la Borgoña, Francia, y ocupan cuatro hectáreas del terreno, que a simple vista muestra muy poca intervención “industrial”. “No tienen riego, las dejamos que se fortalezcan y convivan con la naturaleza sin intervención de riego ni productos químicos. No es orgánico, pero es lo más natural posible”, explicó el empresario, quien demuestra ser un verdadero experto en la producción. Afirma que siempre ha tenido interés en comprender el proceso y, por supuesto, sabe disfrutar de los sabores que ofrece la bebida de Baco. “Tengo amigos que tienen bodegas en Argentina y en diferentes partes del mundo. Me gusta experimentar, siempre me ha parecido interesante porque puedes dejar tu huella. Vas probando y ves qué tipo de vino te gusta y luego sigues produciéndolo”, agregó. Por el momento, no tiene objetivos comerciales muy ambiciosos y no han vendido ninguna botella. La producción de este año alcanzará las 5000 botellas y planea distribuirlas entre familiares, amigos y comenzar a colocarlas en algunos restaurantes. “La idea es venderlo de manera exclusiva, para que la gente lo pida a través de un sitio web, colocarlo en algunos lugares específicos, en restaurantes clave que nos gustan porque hemos viajado y los conocemos. Lo hice probar a mucha gente del hotel Bristol de París, Fasano de Brasil, en Cipriani, restaurantes que nos gustan y el vino fue bien recibido”, explicó.

Además, comprometido con su club de polo, el cual se puede visitar porque está registrado en la Asociación de Polo de Uruguay, publicará un libro sobre Yellow Rose para mostrar el trabajo con sus caballos, los logros del club y el estilo de vida de la casa de campo. Este libro se distribuirá junto con el vino, que ya no especifica en su etiqueta qué variedad es. “Es el vino de la casa, el vino Yellow Rose”, concluyó.

 

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