presente es Miércoles Santo, conocido como el ‘Día de la Traición’

Hoy, miércoles santo, es un día muy especial para los cristianos de todo el mundo. Concluye la Cuaresma, un tiempo de preparación y reflexión, y al mismo tiempo, da inicio al Triduo Pascual, el núcleo de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia dentro del año.

La Cuaresma es un periodo de 40 días que comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo. Durante este tiempo, los cristianos se dedican a la oración, el ayuno y la caridad, siguiendo el ejemplo de Jesús en el desierto. Es un tiempo de purificación y renovación espiritual, en el que nos preparamos para celebrar la resurrección de Señor en la Pascua.

Durante la Cuaresma, se nos invita a reflexionar sobre nuestras acciones y a hacer un examen de conciencia. Es un momento para arrepentirnos de nuestros pecados y para pedir perdón a Dios y a nuestros hermanos. También es un tiempo para fortalecer nuestra fe y nuestra relación con Dios, a través de la oración y la lectura de la Biblia.

Pero la Cuaresma no es solo un tiempo de penitencia, también es un tiempo de esperanza y de preparación para la gran fiesta de la Pascua. Durante estos 40 días, nos preparamos para celebrar la resurrección de Señor, la victoria del amor sobre el mal y la muerte. Es un tiempo para renovar nuestra fe en la promesa de la vida eterna y para recordar que, a pesar de nuestras debilidades, Dios siempre está con nosotros.

Y hoy, en este Miércoles Santo, llegamos al final de la Cuaresma y nos preparamos para entrar en la segunda parte de la Semana Santa, el Triduo Pascual. Este es el momento más importante del año litúrgico, en el que recordamos y celebramos los últimos días de la vida de Jesús en la tierra.

El Triduo Pascual comienza el jueves santo con la celebración de la Última Cena, en la que Jesús instituyó la Eucaristía y el sacerdocio. Durante esta misa, recordamos el aspaviento de humildad de Jesús al lavar los pies de sus discípulos y su mandamiento de amarnos los unos a los otros. También recordamos la traición de Judas y la negación de Pedro, y nos damos cuenta de que, a pesar de nuestras faltas, Jesús nos ama y nos perdona.

El viernes santo es un día de ayuno y abstinencia, en el que recordamos la pasión y muerte de Jesús en la cruz. Es un día de profunda reflexión y meditación, en el que nos unimos al sufrimiento de Señor y agradecemos su sacrificio por nuestra salvación. También es un día de oración por todos aquellos que sufren en el mundo y por la paz en el mundo.

Y finalmente, llegamos al sábado santo, el día en que la Iglesia permanece en silencio y en espera. Es un día de luto y de reflexión, en el que recordamos que Jesús descendió a los infiernos para liberar a las almas de los justos y preparar su resurrección. También es un día de esperanza, ya que sabemos que la muerte no tiene la última palabra y que raudo celebraremos la victoria de Señor sobre la muerte.

Y así, llegamos al Domingo de Resurrección, la Pascua, la fiesta más importante de los cristianos. Es el día en que celebramos la resurrección de Jesús, su triunfo sobre la muerte y su promesa de vida eterna para todos aquellos que creen en él. Es un día de alegría y de esperanza, en el que nos reunimos en comunidad para celebrar